sábado

MUNDO ESFERA. Mink

Acababa de nacer una delgada y escuálida esfera empeñada en extremar su raquitismo hasta la invisibilidad. Ésto en un mundo en el que las esferas luchan por crecer y engordar para hacerse más visibles parece insensato, sin embargo esta esfera estaba convencida de que si conseguía alargarse más y más lo tendría mucho más fácil para llegar más alto, así que dejó de dar importancia a una de las actividades fundamentales para el desarrollo lógico de todo globo aéreo: llenarse de oxígeno y otros gases densos a pesar de sentirse cada vez más débil e irracional.

Mink, como así se llamaba, nació extrañamente sola cuando lo más común es que en cada soplo de nacimiento sean explusadas al menos una docena de pequeñas burbujitas. Por esta circunstancia se sentía especial y algo melancólica y eso que se había librado de nacer globito babeante de perro rabioso o burbuja pomposa en el interior de una lavadora. Sin embargo, tampoco era precisamente la chispeande burbuja de un cava recién descorchado. A Mink le habia tocado ser burbuja de pompa de jabón de un juguete en manos de un niño. Esta circunstancia no era ni mejor ni peor que otras, sino sencillamente peligrosa.

Su destino y su fin: flotar un rato hasta explortar al contacto con alguna una superfice seca.
Su única protección: una finísima capa de líquido elemento que convenía mantener intacta.


Mink se sentía especial en su mundo esfera, por tanto quería hacer algo diferente y no sólo flotar y flotar hasta reventar. Subir, por ejemplo, podía ser un buen destino y por supuesto eliminar peso para no explotar nunca sobre los dedos regordetes y terriblemente secos del dios infantil que la creó con la ayuda de un instrumento plástico.

A su alrededor, miles de burbujas de diferentes tamaños salían disparadas en todas direcciones, casi todas redonditas, parecían razonablemente felices flotando por flotar en el espacio. Mink no dejaba de intuir que aquello no duraria demasiado, asi que decidió aprovechar al máximo su pequeña existencia explorando el mundo. No sabía para qué, pero es que ella era Mink, la burbuja diferente.

Comenzó flotando sobre su entorno. Había muchos peligros de categoria muy grave: los bordes de la cama, la mesa, un lápiz afilado, el pico de una construcción infantil. Otros que a simple vista no parecian tan graves como el agua que se escapaba del grifo o los goterones puntiagudos del gotelé blanco de las paredes (Categoria semi-grave), también tenían su aquél.

Ante tanta eventualidad, Mink sintió un frío intenso que la empujó hacia abajo percibiendo la fuerza de la gravedad con toda su prepotencia. Instintivamente se acerco a un foco de calor con estrías onduladas, el nivel de peligro parecia mínimo, pero según se arrimaba notó como su capa protectora de agua se evaporaba rápidamente, así que expulsó oxígeno y volvió a impulsarse hacia arriba.

Arriba había una intrigante luz amarilla muy poderosa. Provenia de algo también redondo Se acercó un poco más. La potente esfera luminosa sonrió abierta y extrañamente. También arrojaba calor, así que mantuvo las distancias revoloteando a su alrededor mientras su cuerpo cambiaba de color según se acercaba o se alejaba de la luz. Se sentía maravillosa y brillante.

De pronto la esfera que irisaba su contorno se apagó y todo se volvió negro. Siguió revoloteando a tientas, hasta que el estruendoso ruido de una persiana hizo que el espacio se iluminara otra vez, esta vez la luz provenía de detrás del cristal transparente, frío y por lo tanto peligroso de la ventana. Un soplo de aire fresco y uuuuuuuu!!! ya estaba fuera del pequeño mundo esfera.

El aire en el exterior era mucho más fresco y ligero, suponía una tentación comerse un poquito de ese aire renovador, pero sabía que en cuanto abriera mínimamente su película de agua y jabón protectora.... plaaff! desaparecería igual que apareció.

Mink siguió su excursión hacia arriba en mitad de un frío afilado y gris. De pronto descubrió que su piel transparente volvía a brillar. Había localizado, aún más arriba, otra especie de bombilla gigante pero mucho más potente. La llamó La Gran Bombilla. Comenzó a subir y volvió a sentir la sonrisa abierta y generosa de la luz. Fuera no había techo ni aristas aunque de vez en cuando unas bolitas húmedas y macizas golpeaban su estructura. A su alrededor todo era casi transparente, a veces seco, a veces húmedo. Se sintió ligera y decidió seguir subiendo por subir a lo más alto.

Parecia fácil, hasta que descubrió algo inesperado: una sombra de humedad gigante ocultó de pronto a la Gran Bombilla. Sabía que atravesarla significaría explotar. Intentó en vano atravesarla por algún hueco abierto, pero el velo de humedad se cerraba más y más. Una gota resbaló sobre su su fina piel, luego otra y otra... no lo quedó otra alternativa que bajar de nuevo a su origen mientras esquivaba a las gotitas que la perseguian como un ejercito despiadado sobre una víctima inocente. Sólo gracias a su forma un tanto alargada y a su elasticidad consiguió campear el temporal.

Todo permaneció oscuro durante mucho tiempo hasta que volvió a clarear gracias a la Gran Bombilla. Volver a intentar subir era peligroso, necesitaria más protección. Su extrema delgadez no la ayudaba precisamente. aunque por otro lado su ligereza era lo único que hacía posible sus excursiones hacia aquel monumental techo. No tenía alternativas. Sabía que solo había una forma de llegar a la gran bombilla. Esperó a que la luz se colocara justo en el centro y desaparecieran los techos húmedos, y al fín, se lanzó de nuevo hacia arriba.

Mink subió subió subió... sintió como la luz la atravesaba con una punzada intensa. La estaba tocando, se derretía. Su milimétrica capa protectora se deshacía como la cera de una vela, mientras, el último aliento de su interior se evaporaba con la luz. Lo que quedaba de Ser de esfera se desintegraba en partículas mínimas.


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