miércoles

ASPIRINA INFANTIL

Despertó de su letargo en aquel oscuro desván con la sensación de haber dormido durante varias eternidades seguidas. El polvo y el olor a humedad envolvían su cuerpo rígido, lleno de grietas. "Nosotros también envejecemos", pensó sin darse cuenta y siguió pensando y recordando...
Había unos ojos rojos rojos y una nariz moqueante pegados a una niña pizpireta que no medía más de un metro de largo; Una madre que entraba continuamente a la habitación de la niña, con vasos de leche caliente y aspirina infantil y un hombre que olía a medicina con una jeringuilla enorme que acababa siempre clavada en los cuartos traseros de la enana... Recuerdo mi primer día: Unas manitas canijas me desenvolvieron, por cierto, con muy poco cuidado, arrancando de cuajo el papel cursi de ositos rojos y azules que ocultaba mi cuerpo. La niña estaba nerviosa y contenta a la vez, apesar de los mocos asquerosos que la impedian respirar. Pero ni los mocos, ni la fiebre, ni las agujas, ni las aspirinas evitaron que yo saliera al exterior con una energía desbordante para empezar a vivir a una velocidad vertiginosa, una vez, y otra y otra y otra.... LLevaba el mismo traje marrón de india que llevo ahora, por algo me llamo Indira, La India; tenía la cara pintada en varios colores y llevaba unos zapatos maravillosos. Recuerdo especialmente el detalle de los zapatos . Y por lo demás creo que mi vida era bastante activa, desgraciadamente de momento no puedo contar más. Eso si, mis aventuras empezaban y terminaban una y otra vez, incluso varias veces en un mismo día.. y ah! si, mis zapatos. Otra vez los zapatos. Una especie de manoletinas planas marrones cosidas en zig zag. Los ojos rojos se detenía siempre a contemplar mis zapatos durante varios minutos.
Hoy por fin, salgo de este desván, gracias a unas manos mucho más grandes, aunque por lo que veo exactamente igual de poco cuidadosas que las de aquella mocosa, que me abren con fruición, pasan sus dedos sobre mi, retiran el polvo que me desdibujaba. Luego, nace una sonrisa gigante y me vuelven a mirar aquellos ojos húmedos con la misma ilusión del primer día. Por fin vuelvo a la acción!! ...Pero que hago pensando, los cuentos no piensan (vaya gilipoyez). El tema es que yo no soy un cuento, sino el personaje de un cuento que perteneció a una niña de 5 años hace más de 20. ¿Cómo terminé olvidada aquí?. No lo recuerdo. Quizá alguna de las últimas inyecciones acabaron por error clavadas en mis pastas dejándome K.O...

domingo

AVIONES

Siempre que me subo a un avión siento que estoy apunto de realizar el viaje más extraño y peligroso de mi vida, así que cruzo los dedos.
Todo comienza en un pasillo atestado de gente haciendo tapón a la que le encanta perder el tiempo colocando cosas en los compartimentos superiores mientras comentan cosas intrascendentes, supongo que para olvidar la trascendencia de los acontecimientos que estamos apunto de vivir. Una vez te dejan ocupar tu sitio (con muchísima suerte junto a la ventanilla con vistas al ala), aguantas la larga espera hasta que el avión está totalmente preparado para despegar, mirando con interés nulo los dibujos del folleto reglamentario. Por fin, el aparato comienza a moverse, muy lentamente al principio, como si de un inofensivo autobús de línea se tratara, con la diferencia que éste se encuentra sólidamente asentado sobre grandes ruedas incapaces de sobrepasar los 100 Km/h, mientras que a los aviones sólo les sostienen unas pequeñas ruedecillas desproporcionadas respecto a la enorme masa que tienen que soportar, aún así capaces de alcanzar una velocidad de vértigo en el momento previo al despegue. En ese instante te da un vuelco el estómago, las ruedecitas dejan de tocar tierra firme y sin saber cómo te encuentras a 10.000 pies de altitud.
En teoria acaba de pasar lo peor e intentas ignorar que estás volando a una velocidad, que no por ser de crucero deja de ser kamikaze, cuando, de pronto, suenan unos ruiditos sospechosos que sin duda provienen de algún lugar del motor, miras de reojo al que está a tu lado, hace como que no ha oído nada. Mientras, las azafatas, ajenas a la opresiva realidad que nos circunda, aparecen y desaparecen de detrás de las cortinas moviéndose como experimentadas modelos pasillo arriba, pasillo abajo con una soltura que me deja de piedra. Que si un poco de agua, que si un caramelo y encima sobre taconazos!... No es normal esa amabilidad casi perfecta, esa sonrisa permanente, esa tranquilidad pasmosa, teniendo en cuenta que estamos encerrados en un frágil pedazo de metal volando a toda hostia. A mi no me la pegan, detrás de cada azafata se esconde un ser que no pertenece a nuestro planeta, al menos no al planeta tierra...
De pronto el avión comienza a menearse como una lavadora sin anclajes. Suena un "piin", se enciende una luz roja, habla una de las azafatas con voz impertérrita: "estamos atravesando una zona de turbulencias, por favor abrochense los cinturones y no se muevan de sus asientos", otra azafata me ofrece un vaso de agua que agarro con fuerza, me trago un par de potentes tranquilizantes. crujo por dentro. El movimiento no cesa, estamos envueltos en una auténtica tormenta con todos sus rayos. ¿Porque el avión se mantiene entero pese a tan extraordinarias circunstancias?. El nerviosismo salta de pasajero en pasajero, nos come y se cuenta 20. Vuelve a sonar el "piin", pero ahora se instala definitivamente en mis oidos. Escucho lejana la voz del Comandante en un tono neutro que me deja perpleja: "Por problemas técnicos nos vemos obligados a realizar un aterrizaje forzoso, abrochense los cinturones, agarrense a quien tengan más cerca y q sea lo q Dios quiera, pero por favor, ante todo, mantengan la calma". Se hace un vacio, una densa nube se apodera de mi, tengo la boca seca, miro por la ventanilla y observo que el ala que tenía a mi derecha ha desaparecido y el avión pierde su horizontalidad. Dejamos de flotar, siento un vuelco en el estómago muy parecido al de la montaña rusa pero a lo bestia. Todo gira a mi alrededor, estoy boca a bajo agarrada sólo por el cinturón, gente que grita, (excepto yo, que no doy crédito) cosas que caen, damos vueltas. A través de la ventanilla observo el azul intenso bajo mi cabeza, el tiempo se detiene... Siento un golpe seco, y entonces... Pasa lo que tenía que pasar: Nos estrellamos violentamente contra el océano. El avión desaparece engullido por millones de metros cúbicos de agua salada y los escasos supervivientes luchamos por salir de aquella trampa infernal. Sólo existe un pensamiento: No morir ahogados. Pero soy incapaz de realizar un sólo movimiento. Poco a poco voy recuperando la consciencia. Creo que áun estoy viva: Noto mis dedos agarrotados pegados al vaso de plástico... De nuevo suena un "pin", se apagan las luces rojas. Estoy sola en medio del desastre y bañada en sudor. Intento beber algo pero el vaso de plástico está hecho trizas y mi camiseta, mojada. Me levanto con dificultad, estoy aturdida, observo a los últimos pasajeros desapareciendo como sonámbulos por el pasillo en dirección a la puerta delantera del avión. Ya nada se mueve... El olor a tierra mojada me devuelve a la realidad.
Sorprendentemente una azafata sigue entera y sonriente esperando al final del túnel a la última pasajera superviviente que intenta salir... "Adios, espero que haya tenido buen vuelo". Piso tierra, no miro atrás y una vez más soy incapaz de comprender cómo esas minúsculas ruedas han sido capaces de posarse sobre la pista sin deshacerse en cachitos y además mantener al avión, a mis espaldas, en perfecto equilibrio. Me subo al autobús que nos lleva sanos y salvos a la terminal.. AAhh, Respiro... Estoy agotada.

lunes

PRIMAVERA

LA Vieja
saca su silla a la puerta,
mira através de los surcos de su piel
con sus ojillos que ya no ven, recuerdan
como van pasando sus 85 primaveras
¡ay... como se van quedando los cuerpos!
las piernas secas, el pelo blanco, los dedos cuentan
turistas y fantasmas,
el gato sin nombre, el perro hippioso,
carros, mulas, el humo gris que quema sus flores,
vecinas que ya cumplieron, zapatillas inteligentes,
la casa de al lado abandonada y enfrente el bar
donde ya no hablan en cristiano
ni se bebe vino, se fuma raro,
las niñas salen con vasos de plástico
se besan en las aceras, nadie se esconde
detrás de la cortina de siglos de abstinencia.
tambores de guerra sobresaltan a la vieja

la vieja sonrie
la vieja calla,
¡ay quien fuera joven!
la vieja cose arrugas mientras pasa otra primavera

domingo

de chocolates, hornos y lavadoras

Hoy Domingo, 13 de marzo de 2005 me dan el alta y terminan dos largas semanas de relax por prescripción médica.
Digo relax y no convalecencia apesar de haber pasado por la siempre traumática experiencia de un quirófano, porque en los días posteriores me he sentido como las toallas de un SPá recién salidas de la lavadora, humeantes y blanditas, tacto esponjoso y olor silvestre gracias al suavizante y a la delicadeza de las manos del masajista al doblarlas y colocarlas con cuidado en los estantes apropiados. Todo parecia de pronto en orden, limpio y en su sitio.
Mañana lunes me reintegro a la vida normal... quiero decir, me reintegran...
Aún no estoy preparada, me resisto e insisto a los que me cuidan que sigo enfermita, que salir a la calle me cansa, me abruma el tráfico y la gente, me desoriento en la marea urbana, fuera me siento despersonalizada como diría aquel, necesito algún tiempo más girando en esta burbuja de felicidad absoluta, recibiendo cariñitos desinteresados, regalos varios, mucho chocolate...La vida aquí es dulce y caliente como los bollos recién salidos del horno de la panadera del delicatessen en un domingo soleado de invierno...

lunes

ARCO GRIS














no se porqué si el agua cae del cielo y el sol brilla
se refleja un arco gris en mis pupilas.

no se porqué si afuera el mundo corre para escapar del frío
mis piernas se hunden cansadas en un colchón tan duro

no se porqué suenan los disparos de 300 balas acribillando alas blindadas
cuando mis latidos se paran para no pensar en el acero q rompe mis venas.

no se porqué despierto en la madrugada gimiendo como un niño recien nacido
si acaban de matar por segunda vez lo que llevo dentro.